Cuentas

Abstract

Una serie de trabajos que participaron en un diálogo estético entre divergentes medios técnicos fotográficos, serigrafía, acuarela, audiovisual y luz, impregnados con imaginería esotérica, contempló la obra que Isabel Klotz exhibió en la Galería Gabriela Mistral de la División de Cultural del Ministerio de Educación (Alameda 1381) del 5 al 27 de agosto de 1997.

Bajo el título de “Cuentas”, esta artista nacional radicada en Nueva York y que se quedó en Chile por un año, exhibió un trabajo que reflejó lo que le tocó vivir en un período importante de su vida. En su producción artística, la luna tiene una gran influencia dentro de las entidades estelares que tienen que ver con los ciclos de renovación y muerte.

“Este proyecto radicalmente distinto a las imágenes que Isabel Klotz exhibiera hace unos años en la Galería Marlborough AMS. Corresponde a una investigación exhaustiva de una artista en constante búsqueda y que escapa a una mirada complaciente del arte”, señaló Luisa Ulibarri, entonces directora de la Galería Gabriela Mistral. “Al comienzo, las pinturas de Isabel abundaban en objetos, colorido, flores, animales, muros y espacios sin perspectiva. Luego estuvieron sus cuerpos perforados y el absoluto dominio del azul y el rojo. En esta muestra minimalista y esencial la artista apela a sus cosmovisiones, su ser mujer, su anhelo de eternidad”, concluyó Ulibarri.

Fueron cuatro trabajos en cuyos despliegues se descubrían imágenes repetitivas que evolucionaban hacia una invocación insistente que alimentaban el ciclo de la existencia. Uno de ellos fue una obra de gran formato que estaba compuesta por 28 piezas que eran una combinación de acuarelas y fotoserigrafías, denominada Calendario Lunar. “Es un lunario cósmico que tiene que ver con el ritmo interno real”, enfatizó la artista.

Otra de sus obras fue un gran libro con las hojas desplegadas que se abrían como una especie de abanico, colocado sobre una gran repisa. Tenía en redondo una imagen fotográfica del alga y sobre ésta, imágenes de ollas, batería de cocina, platos, cubiertos, mamaderas, hilos, agujas y en general utensilios de uso cotidiano y domésticos.

El tercer trabajo correspondió a una pantalla a escala, sobredimensionada de 60 cm. diámetro por 3 metros de largo, hecha en papel de arroz y seda a la que le imprimió por una cara 28 ollas u objetos cotidianos y por la otra 28 algas. En su interior llevaba 14 luces y una estructura de 14 anillos ascendentes que sustentaban la pieza que equivalía al conocimiento y daba un efecto de luz y sombra.

Por último integró un video en blanco y negro que mostraba una serie de manos realizando diversas actividades cotidianas como cortar verduras, coser, hacer un beberón, etc. Y cada dos o tres cuadros aparecían imágenes de una lluvia roja que constantemente se iban alternando, como las cuentas de un rosario y que se relacionaban con los ciclos de la mujer.

A juicio del historiador de arte Eduardo Casare, la obra de Isabel Klotz celebra la relación celestial entre la luna y la mujer evocando símbolos ritualistas. Sus imágenes de algas rojas, originarias de las norteñas playas de Chile, encarnan a la mujer sus ritmos de vida. Como intermediario de estos dos planos está el cangrejo que se arrastra libremente dentro y fuera del agua.

Agregó que “la sencillez elemental de sus imágenes y la delicadeza de los materiales usados sugieren suavemente una humanidad vulnerable y etérea. Ella impregna su trabajo con imaginería esotérica, enlazándola a un macromundo que abarca la eternidad y el poder de los ciclos de la naturaleza. El deseo de Isabel Klotz de unir la idea de integridad dentro del concepto de esfuerzo humano rompe con los parámetros de lo obvio y toca puntos de unidad espiritual”, concluyó Casares.